¿Qué es eso de la "burbuja de filtros" de Internet de la que se habla tanto?
¿Has realizado una búsqueda en Google para planificar tus vacaciones y, desde ese momento, en la mayor parte de páginas que visitas, la publicidad que te aparece sólo te habla de viajes, hoteles o billetes de avión? Si en tu perfil de Facebook sueles hablar de cocina y tus "me gusta" van dirigidos a recetas culinarias, habrás observado que un buen porcentaje de lo que te muestra dicha red social está relacionado con tales aficiones.
Lo anterior sólo es la punta del iceberg de lo que el big data, la Inteligencia Artificial y los algoritmos de rastreo son capaces de hacer con nuestras aficiones, hábitos, gustos, opiniones..., provocando que lo que veamos cuando navegamos por la web esté sospechosamente relacionado con nuestros intereses, preferencias, líneas de opinión...
La obra de Eli Pariser, The Filter Bubble, analiza qué cambios, presuntamente, se han realizado en los algoritmos de Google para que nuestras búsquedas arrojen resultados demasiado "personalizados".
¿Qué significa eso de resultados personalizados? Que los resultados de una misma búsqueda, realizada por diferentes personas, a toda luz, serán diferentes según su ubicación física e ideológica, o sus hábitos y gestos diarios en Internet, con independencia de que los realice en su ordenador, móvil o tableta.
Sí, ¿quién piensa que las cosas gratis no conllevan el pago de algo, aunque no sea directamente en dinero? ¿Por qué cuando instalamos una, a apriori, inocente aplicación en nuestro móvil que convierte el flash de la cámara de fotos en una linterna, nos pide acceso a nuestros contactos, ubicación geográfica...?
En nuestra actual sociedad, basada en la inmediatez y lo visual, la lectura está siendo desplazada. No leemos y no tenemos tiempo. Muy pocos son los que se detienen a averiguar qué ponen esos textos inacabables, de letra pequeña, a los cuales solemos no hacer caso y a los que le damos en aceptar sin saber qué estamos aceptando, cuando instalamos alguna aplicación de moda en nuestro querido móvil.
Eli Pariser enuncia la burbuja de filtros, como esa maraña, ese universo que nos rodea y envuelve cuando realizamos algo tan inocente como una simple búsqueda en Google. Lo que puede resultar extraño es que el resultado que nos arroja el buscador esté basado en una cantidad ingente de información que antes, consciente o inconscientemente, nosotros mismos le hemos proporcionado, de un modo u otro, varias veces a lo largo del día y con independencia de lo hayamos hecho en el ordenador de nuestro trabajo, con el móvil, en el autobús, de vuelta a casa o sentados en el sofá con nuestra tableta.
El filtro burbuja se nutre de nuestro propio historial de búsquedas, de nuestros pasados clics, de nuestra ubicación geográfica o de nuestros gustos y los de nuestros amigos en las redes sociales.
Lo que puede sernos útil para algunas cuestiones, a la vez que inofensivo, provoca algo que quizás no hayamos pensado: cada vez más nos vamos alejando de opiniones, líneas de pensamiento, tendencias y hábitos que difieren de los nuestros y, por contra, con mayor profundidad nos sumergimos siempre en aguas en las que estamos acostumbrados a navegar, aislándonos, con "nuestros amigos" en una burbuja ideológica, cultural, mediática, comercial... común, preñada de contenidos, milimétricamente ajustados, a nuestras preferencias e intereses compartidos.
Dejando a un lado una cuestión que, en absoluto, resulta baladí, como es la cesión consentida de acceso a nuestros datos más sensibles, surge otro aspecto que posee mayor transcendencia. La interconectividad personal que nos proporciona Internet, las tecnologías y la sociedad en red nos posibilita el acceso a la diversidad, a líneas de opinión divergentes con las nuestras, a otras culturas y costumbres. ¿No estaremos renunciando a ello? ¿Nos estamos aislando y volviendo cada vez más cerrados, precisamente cuando tenemos en nuestras manos las herramientas para todo lo contrario?
"Un mundo construido desde lo familiar, desde lo conocido, es un mundo en el que hay poco que aprender", "Internet se convierte en un mundo en el que existe propaganda invisible, que nos retroalimenta nuestras propias ideas, limitando la posibilidad de que podamos cuestionarnos su viabilidad o enriquecerlas con otras diversas", afirma Eli Parisier.
Existen autores que ya hablan de marcos ideológicos y critican la deriva de Internet hacia mecanismos de control y monitorización de todo lo que hacemos, decimos o pensamos.
¿Qué hacer ante esto? En primer lugar ser conscientes de ello. Saber que la comodidad y facilidad de encontrar, con la mayor rapidez posible, lo que buscamos inofensivamente, puede estarnos cercenando la posibilidad de acceder a información que nos enriquezca y alimente un espíritu crítico.
Y aunque no sea la solución definitiva, con una relativa frecuencia deberemos limpiar nuestro historial de búsquedas y cookies instaladas en nuestro navegador, utilizar con mayor recurrencia la navegación privada, no prestar nuestro consentimiento al acceso a nuestros datos, tan alegremente, para obtener un servicio gratis...
Lo que el marketing digital emplea para satisfacer necesidades, no debe convertirse en una herramienta de limitación del pensamiento.
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El artículo "¿Qué es eso de la "burbuja de filtros" de Internet de la que se habla tanto?" ha sido publicado primero en el blog de Idees, Ideas sobre marketing, comunicación y publicidad, online y offline en Valencia.
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